Yo soy el Ángel de la Paz

Un año después de sus primeras manifestaciones en Fátima, el ángel se manifiesta de nuevo en la primavera de 1016, pero esta vez a los tres pastorcitos: Lucía, Francisco y a su hermana Jacinta.
 
Ellos estaban en la colina guardando sus ovejas cuando un viento fuerte sacudió los árboles. Alzaron los ojos y vieron a un joven de unos quince años, vestido de un blanco tan puro que el sol lo volvía transparente como si fuese de cristal. Cuando llegó cerca de ellos, les dijo: ¡No temáis: Yo soy Ángel de la paz. Rogad por mí!
 
Luego, se arrodilló e inclinó la frente hasta posarla sobre la tierra. Ellos hacen lo mismo y repiten las palabras que le oyen decir: « Señor, en ti creo y espero, te adoro, te amo. Te pido perdón por aquellos que no creen, que no esperan, que no te adoran, y que no te aman.»
 
El ángel repitió tres veces la oración, se puso de pie y les dijo: "Orad así. Los Corazones de Jesús y de María atienden esas suplicaciones» y enseguida despareció.  
 

Un minuto con María

Ucrania y la Madre de Dios

En 1988, se celebró el bautizo de Rusia, en memoria del Príncipe Vladimir el
Grande, de los nobles y del pueblo de la ciudad de Kiev, bautizados en 988,
en Ucrania por los misioneros llegados de Constantinopla (Bizancio). El Papa
Juan Pablo II participó en este acontecimiento por medio de dos cartas
apostólicas.

En la carta Eutes in mundum del 25 enero de 1988, orando por la unidad de
las dos Iglesias hermanas, la Iglesia ortodoxa mayor y la Iglesia
greco-católica, siempre fiel a Roma, a pesar de muchas dificultades y
persecuciones, recuerda que en ese país las dos son hijas de san Vladimir y
que en aquellos tiempos, las dos formas (bizantina y romana) no estaban
divididas.

Más allá de los malos entendidos del pasado, el diálogo debe restaurarse:
rituales y disciplinas particulares no deben ser motivo de división (cf.
Vaticano II, Unitatis Redintegratio 16). En la carta Sacrum Baptismi donum
del 14 abril de 1988, el Papa se dirige a la Virgen María, tan amada por el
pueblo de Ucrania. «Oh, Madre del Consuelo, yo pongo en tus manos los
dolores de todos estos siglos, los sufrimientos, las oraciones y el
testimonio de vida de tantos de tus hijos, te confío las esperanzas y las
expectativas de los herederos del bautizo de Rusia que esperan de tu
intercesión que el viejo retoño cristiano pueda conocer el esplendor de un
nuevo florecimiento.»


http://www3.chiesacattolica.it/santuari

La victoria llegará por medio de María

«¡No tengáis miedo!», decía Cristo a los apóstoles (Lucas 24,36) y a las
mujeres (Mateo 28,10) después de la Resurrección. En los textos evangélicos
no consta que la Señora haya sido destinataria de esta recomendación; fuerte
en Su fe, Ella «no tuvo miedo». El modo en que María participa en la
victoria de Cristo yo lo he conocido sobre todo por la experiencia de mi
nación. De boca del cardenal Stefan Wyszynski sabía también que su
predecesor, el cardenal August Hlond, al morir, pronunció estas
significativas palabras: «La victoria, si llega, llegará por medio de
María.» Durante mi ministerio pastoral en Polonia, fui testigo del modo en
que aquellas palabras se iban realizando.

Al ser elegido Papa, mientras entraba en los problemas de la Iglesia,
llevaba en mí una convicción semejante: que también en esta dimensión
universal, la victoria, si llega, será alcanzada por María. Cristo vencerá
por medio de Ella, porque Él quiere que las victorias de la Iglesia en el
mundo contemporáneo y en el mundo del futuro estén unidas a Ella.


Juan-Pablo II
«Cruzando el umbral de la Esperanza»

María se apareció en Lourdes

 


Nuestra Señora de Lourdes
11 de Febrero


El 8 de diciembre de 1854, el Papa Pío IX había definido el dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Como queriendo indicar que el cielo ratificaba lo que había hecho en la tierra el Vicario de Jesucristo, el 11 de febrero de cuatro años después (1858), la Virgen María se aparecía a la niña Bernardita Soubirous. Y lo hizo dieciocho veces en total... En la abertura de la roca de Massabielle se alza ante su vista una joven, inmóvil y silenciosa; "tan bella que cuando se la ha visto una vez, se querría morir para volverla a ver". Vale la pena escuchar a ella misma relatar, con su gran ingenuidad, lo que allí pasó:

"Cierto día fui a la orilla del río Gave a recoger leña con otras dos niñas. Enseguida oí como un ruido. Miré a la pradera, pero los árboles no se movían. Alcé entonces la cabeza hacia la gruta y vi a una mujer vestida de blanco, con un cinturón azul celeste y sobre cada uno de sus pies una rosa amarilla, del mismo color que las cuentas de su rosario. Creyendo engañarme, me restregué los ojos; pero alzándolos, vi de nuevo a la joven, que me sonreía y me hacía señas de que me acercase. (..) " 
"Entonces se me ocurrió rezar y metí la mano en el bolsillo para buscar el rosario. Me arrodillé. Vi que la joven se santiguaba... Mientras yo rezaba, ella iba pasando las cuentas del Rosario (..) Terminado el rosario, me sonrió otra vez, se elevó un poco y desapareció. (..) Aquella Señora no me habló hasta la tercera vez...

Vale la pena recordemos un poco a Santa Bernardita Soubirous. Nació el 1844 y fue la mayor de seis hermanos. Era una chica sencilla, sin apenas preparación ni cultura pues sus padres, sumamente pobres,  no pudieron enviarla a hacer estudios especiales. En la tercera aparición le dijo la Virgen María: "No te haré feliz en este mundo sino en el otro". Y se cumplió. No fue en su vida ni seglar ni religiosa llevada en palmitas como se podría suponer.


El día once de febrero de aquel año 1858 cayó en jueves. Era un día crudo de invierno. Bernardita acompañada de su hermana Toneta y su amiguita Juana, marchan para ver si encuentran leña para calentarse en la lumbre. Su madre le había encargado a Bernardita que, como gozaba de poca salud y se constipaba enseguida, procurase no mojarse los pies. Su hermana y Juana cruzaron el riachuelo. Ella se quedó sola y es entonces cuando llegó la aparición que ya hemos visto relatada de su pluma...
Cuando volvieron Toneta y Juana les preguntó Bernardita: ¿"Habéis visto algo?" Bernardita estaba radiante, y ellas, todo curiosas, le preguntaron: ¿"Y tú, qué has visto?"... Con gran sigilo, y no sin antes hacerles prometer que a nadie lo dirían, les refirió la visión que había tenido... Pero... llegadas a casa todo se descubrió. El calvario que esperaba a la pobre Bernardita no es fácil describirlo en pocas líneas. Le prohibieron volver a la gruta, pero impulsada por una fuerza interior, allí acudió y allí vio a la Virgen dieciocho veces.
En la sexta, el 21 de febrero, "dirigió un momento la mirada por encima de mi cabeza, para recorrer el mundo. Después, volviéndola llena de dolor sobre mí, me dijo: "Ruega a Dios por los pecadores". Igualmente, varias veces, después: Penitencia, penitencia. En la undécima, este encargo: Vete a decir a los sacerdotes que hagan construir aquí una capilla,
Y dos días más tarde: Deseo que se venga aquí en procesión.
El 4 de marzo una madre sumerge a su hijo enfermo en el manantial nuevo, que se ha abierto paso al lado de la gruta; y proclama la primera su alegría, al sentir sano a su hijo.
El 25 de marzo "viéndola tan amable, le pregunté su nombre. Me sonrió. Se lo volví a preguntar, y volvió a sonreírse. Insistí de nuevo, y me dijo"Soy la Inmaculada Concepción". El 16 de julio, más hermosa que nunca, sonriendo con dulzura inefable, inclinó la cabeza en señal de despedida y desapareció".

Pronto aquel humilde paraje de Lourdes se hizo famoso en todo el mundo. Empezaron a acudir peregrinos venidos de todas partes, hasta ser un lugar de Peregrinación para Europa y otras partes del mundo. No hay duda de que es uno de los Santuarios más visitados y más venerados de todos los continentes. Allí han ido descreídos y han encontrado la fe. Enfermos de cuerpo y de alma, y han hallado la salud para ambas cosas o para una de los dos. Allí se respira una gran devoción, la presencia de Jesucristo en la Eucaristía, del amoroso perdón y de la actividad de la Mediadora de todas las gracias. Quien la visita una vez sale con el firme propósito de volver una y más veces para poder experimentar la presencia sobrenatural que allí se respira. Son muchos los milagros que desde la Gruta de Massabielle obra la Virgen María a cuantos acuden a Ella.

Cuando ocurre una curación de forma incomprensible, el médico responsable de la peregrinación, da cuenta de ello al doctor encargado de la oficina médica de Lourdes. Si el proceso indagatorio es positivo, el caso es elevado al Comité Internacional de Lourdes, con sede en París, compuesto por unos 30 facultativos de todas las especialidades y pertenecientes a diversas razas, ideologías, nacionalidades y creencias, incluso agnósticos. Y finalmente entra en juego la autoridad eclesiástica. El estudio en cada caso es minucioso, y para admitir el posible milagro, exige cuatro requisitos:

a) Dolencia incurable o curable sólo excepcionalmente.
b) Total ineficacia de los remedios empleados en su tratamiento.
c) Que haya sobrevenido de manera instantánea o casi instantánea.
d) Que haya sido absoluta.

Quien quiera más detalles puede consultar la sección "Curaciones y milagros" de la página web del santuario (
http://www.lourdes france.com/hola.htm).
El diario francés "Le Monde" documentó en su edición del 22-23 de diciembre, el último milagro reconocido oficialmente en Lourdes, experimentado por el señor Jean Pierre Bely, francés de 66 años, enfermero, paralizado por una esclerosis múltiple.

El diario laico vespertino ofrece toda una página (la 12) con muchos detalles sobre esta curación, científicamente inexplicable, de una enfermedad que el señor Bely comenzó a sentir en 1972. Cuando fue de peregrinación a Lourdes, el 5 de octubre de 1987, había sido reconocido por el sistema sanitario francés con un grado de invalidez del cien por cien.
El milagro acaeció en octubre de 1987 cuando el señor Bely llegó a Lourdes en condiciones dramáticas, pues quienes lo acompañaban creían que no podría terminar el viaje. Al concluir la peregrinación, recibió la unción de los enfermos en la explanada del santuario. Cuando regresó a su casa tras la peregrinación, ya podía caminar. Hoy día han desaparecido prácticamente todas las secuelas de la enfermedad que parecía acabar con su vida. El doctor Patrick Fontanaud, médico que le atendió, agnóstico, reconoce abiertamente que no se explica científicamente lo que sucedió.
El doctor Patrick Theillier, jefe de la oficina médica de Lourdes, reveló a "Le Monde" que está a punto de concluirse el proceso de reconocimiento de otras dos curaciones milagrosas acaecidas en el santuario: una joven francesa de 25 años y una italiana de 60, ambas curadas en 1995.
Si los dos procesos concluyen positivamente, serían las curaciones número 67 y 68 reconocidas a lo largo de estos 145 años.



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Lo Maravilloso crea maravillas

Yo sé que lo maravilloso tiene sus excesos. Por creer en todo llega la noche de la desilusión en la que ya uno no cree en nada. Los incrédulos se reclutan entre los antiguos incrédulos, raramente entre los antiguos creyentes.

Conozco también la infinitud de Dios y te conozco Señor. Basta ver cómo has hecho la libélula de los estanques, el bosque de arces en otoño e incluso el resplandor de la luna de noviembre sobre el asfalto. Te empeñas, eres un perfeccionista, incansablemente retocas el universo. Tú que pusiste tanto de Ti para inventar un simple puerro, cómo debiste investirte para crear a la Madre de Tu Hijo. Ella debe ser una maravilla.

Así como la planta hace plantas, el perro hace perros, el hombre hace hombres, lo Maravilloso hace Maravillas. Lo contrario sería inaudito. 
 

Didier Decoin - La Santa Virgen tiene los ojos azules

Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Haití

En Haití, la segunda mitad del año 1881 estuvo marcada por una terrible epidemia de viruela. La epidemia se declaró en el Cabo y después apareció en Puerto Príncipe, la capital. Pero hacia esa época una señora muy piadosa de Paris lleva un cuadro de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Como la devoción a la Virgen bajo esta advocación fuera desconocida en el país, al abad Kersuzan, párroco de la catedral se le vino la idea de llevar la imagen a Bel-Air, con piadosa solemnidad a fin de solicitarle a Nuestra Señora que cesara la epidemia.

Esto tuvo lugar el 05 de febrero de 1882, Monseñor Guillaux, obispo del lugar, a solicitud del párroco, salió con la santa imagen hasta llevarla delante de la puerta y en lo alto de la colina hizo con ella la señal de la cruz sobre la capital. Los asistentes tenían la convicción de que sus súplicas serían escuchadas. Al mes siguiente, la epidemia había desaparecido por completo. El Padre Kersuzan se convirtió en un ferviente admirador de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro: su parroquia siguió su ejemplo y pronto la ciudad entera comenzó la peregrinación hacia el cuadro de Nuestra Señora, cada año. 
 

P. A. Cabon, « El culto mariano en las Antillas y en la Guayana francesa »
en María (tome V), Beauchesne, 1958 

Un sueño realizado (II)

Al instante vi al lado de los niños a una Señora de aspecto majestuoso, llevaba un manto resplandeciente como el sol. Se acercó a mí, me hizo señal de que avanzara y me tomó de la mano con bondad: "¡Mira!", me dijo

Entonces me percaté que los niños habían desaparecido, en su lugar vi ahora una multitud de cabritos, perros, gatos, osos, y otros animales. "Ese es tu dominio. Con ellos vas a tener que trabajar. Sé humilde, valiente y fuerte: y lo mismo que ocurre con estos animales tú lo harás por mis hijos." En ese momento volví les ojos y en lugar de los animales salvajes apareció una cantidad de mansos corderos saltando, corriendo, balando alrededor de ese Hombre y de esa Mujer como si les quisieran rendir un homenaje.

Siempre en mi sueño, me puse a llorar y le rogaba a la Señora que me explicara de manera más clara, pues yo no comprendía todo lo que eso significaba. Ella me puso la mano sobre la cabeza y me dijo:"Lo comprenderás todo en su justo momento." Apenas hubo dicho esto, un ruido me despertó. Todo había desaparecido. Yo estaba estupefacto. Tenia la impresión de que las manos me dolían por los puñetazos que había distribuido y que el rostro me ardía de las bofetadas que me habían dado aquellos pilluelos. 
 

Don Bosco
Recuerdos Autobiográficos