Las lágrimas de María en Civitavecchia

A principios de febrero del año 1995, una niña de cinco años, Jessica
Gregori, ve que una imagen de la Virgen, adquirida por la familia en una
tienda del santuario de Medjugorie en Bosnia-Herzegovina, llora lágrimas de
sangre. La estatua lloró 13 veces en presencia de muchas personas, que
dieron testimonio ante una Comisión de encuesta.

Luego, la estatua le fue confiada al obispo del lugar, Mons. Grillo, que a
su gran sorpresa, la ve todavía llorar, el 15 de marzo, cuando él la tenía
en sus propias manos. El obispo manda examinar la estatua donde unos
científicos los que no descubren ninguna trampa. Las lágrimas son de sangre
humana. El 17 de junio, Mons. Grillo recupera la estatua y la coloca en una
vitrina en la iglesia de San Agustín.

Y mientras el Vaticano todavía no se pronuncia oficialmente sobre este
milagro, numerosos son los peregrinos que llegan a venerar a "la Madona de
Civitavecchia".

Un minuto con Maria

La fe de mi padre le hace obtener el milagro

Cuando yo tenía apenas dos años, estando acostado en mi cuna, fui víctima de
una parálisis que no me permitía moverme: todo cambio de posición me hacía
dar gritos de dolor, sobre todo durante las horas del sueño.

Una noche, mi padre no soportó más, se levanto resuelto; sin decir una
palabra, bajó a la caballeriza, tomó su yegua Rojilla y salió de casa. Todos
estaban sorprendidos. Según lo que mi padre le contó a mi madre y que ella
me diría varias veces, ese día él se dirigió al santuario de la Virgen en el
norte de la Provincia. Llamó al presbiterio, pidió las llaves del santuario
y una linterna y descalzo se dirigió hasta el santuario de la Virgen situado
a un kilómetro. Una vez presentada su promesa y solicitud regresó al
presbiterio y tras haberle dado las gracias al párroco tomó el camino hacia
casa, montado en su caballo.

Eran más o menos las 7 de la mañana cuando entró directamente a ver a su
hijo, y al verme de pie junto a la pared estalló en llanto. ¡Yo había
sanado! Todo el mundo se levantó y la paz volvió a la casa. Este
acontecimiento ha sido para mí de una importancia muy grande. La Santa
Virgen continúa protegiéndome en mis dudas y en los momentos más difíciles
de mi vida.


Compendio mariano de los hermanos maristas - 1986

Otras apariciones de María en Lourdes

El 18 de febrero la Señora se dirige a Bernardita ¿"Quieres hacerme el favor de venir aquí durante quince días? Plena de alegría la pequeña acepta, la señora continúa: "No te prometo hacerte feliz en este mundo sino en el otro."

El 21, una gran multitud viene con Bernardita a la gruta. La Señora con el rostro triste le pide que "Rece por todos los pecadores".

El 24 en lágrimas consigue repetirle a la multitud las recomendaciones de la Señora: «Penitencia! Penitencia! Penitencia!».

El 25, Bernardita avanza de rodillas hasta el centro de la gruta, la Señora va delante de ella. "Ve a beber y a lavarte a la fuente", le dice. La niña rasca con sus manos. Se abre una fuente desde el fondo de la roca hasta a las manos de Bernardita. La fuente se volverá inagotable, instrumento divino de numerosas y sorprendentes curaciones. 
 

Dom Antoine Marie osb,
Abad de Clararval 

 

Las apariciones de María en Lourdes

El 11 de febrero de 1858, hacía frío en el "calabozo", la pieza donde había
encontrado refugio la familia Soubirous con sus nueve niños: Bernardita iba
con algunas amigas a buscar leña seca a la gruta de Massabielle, en las
orillas del río Gave. De repente vio en el hueco de la roca a una señora
bellísima. De estatura media y aspecto muy joven, el óvalo de su rostro era
de una gracia celestial y sus ojos azules de una dulzura que harían
derretirse el corazón de caulquiera. Sus labios respiraban bondad y
mansedumbre divinas
Presa de un estremecimiento sobrenatural y llena de alegría, Bernardita no
se atreve a acercarse, con la Señora reza el rosario y luego ella
desaparece. Cuando sale del éxtasis, presionada por sus compañeras deja
escapar el secreto que hubiese querido guardar sólo para ella. La madre de
Bernardita se enteró y creyendo que era una ilusión de su hija le prohíbe
volver a la roca de Massabielle. Pero el domingo siguiente se deja llevar
por las amigas de Bernardita y va con ellas a la gruta. Al llegar la niña
exclama: ¡"Ahí está!, se le acerca y le lanza un poco de agua bendita
diciéndole "si usted viene de parte de Dios, quédese si no váyase: La Señora
se puso a reír, cuenta Bernardita, "y cuanto más agua bendita le echaba, más
sonreía".

Dom Antoine Marie osb,
Abad de Claraval