Ucrania y la Madre de Dios

En 1988, se celebró el bautizo de Rusia, en memoria del Príncipe Vladimir el
Grande, de los nobles y del pueblo de la ciudad de Kiev, bautizados en 988,
en Ucrania por los misioneros llegados de Constantinopla (Bizancio). El Papa
Juan Pablo II participó en este acontecimiento por medio de dos cartas
apostólicas.

En la carta Eutes in mundum del 25 enero de 1988, orando por la unidad de
las dos Iglesias hermanas, la Iglesia ortodoxa mayor y la Iglesia
greco-católica, siempre fiel a Roma, a pesar de muchas dificultades y
persecuciones, recuerda que en ese país las dos son hijas de san Vladimir y
que en aquellos tiempos, las dos formas (bizantina y romana) no estaban
divididas.

Más allá de los malos entendidos del pasado, el diálogo debe restaurarse:
rituales y disciplinas particulares no deben ser motivo de división (cf.
Vaticano II, Unitatis Redintegratio 16). En la carta Sacrum Baptismi donum
del 14 abril de 1988, el Papa se dirige a la Virgen María, tan amada por el
pueblo de Ucrania. «Oh, Madre del Consuelo, yo pongo en tus manos los
dolores de todos estos siglos, los sufrimientos, las oraciones y el
testimonio de vida de tantos de tus hijos, te confío las esperanzas y las
expectativas de los herederos del bautizo de Rusia que esperan de tu
intercesión que el viejo retoño cristiano pueda conocer el esplendor de un
nuevo florecimiento.»


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