me decía: "no temas. No reces sólo por tus pecados, sino por la reparación
de los de todos los hombres. El mundo actual hiere al Santísimo Corazón de
Nuestro Señor con su ingratitud e injurias. Las heridas de María son más
profundas y dolorosas que la tuya. Vamos a rezar juntas a la capilla."
Por la primera vez me animé a contemplar el rostro de alguien que estaba muy
cerca de mí. Se parecía tanto a mi hermana que la llamé por su nombre. Ella
había muerto hacía algunos años antes después de haberse bautizado. Me
sonrió con dulzura y me hizo con la cabeza una ligera señal de "no": Yo
estoy contigo y velo sobre ti". Al mismo tiempo, me indicó salir y
desapareció.
Me vestí rápidamente y cuando salí al corredor, "ella" se encontraba a pocos
pasos de mí. La seguí, llena de un sentimiento de seguridad, como un niño
llevado de la mano. En cuanto puse pie en la capilla, la persona que estaba
a mi lado, desapareció.
Sor Inés Sasagawa Katsuko
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