María, una visión de Juan Pablo II

A los ojos de los discípulos, congregados después de la Ascensión, el título
de Madre de Jesús adquiere todo su significado. María es para ellos una
persona única en su género: recibió la gracia singular de engendrar al
Salvador de la humanidad, vivió mucho tiempo junto a él, y en el Calvario el
Crucificado le pidió que ejerciera una nueva maternidad con respecto a su
discípulo predilecto y, por medio de él, con relación a toda la Iglesia.

Para quienes creen en Jesús y lo siguen, Madre de Jesús es un título de
honor y veneración, y lo seguirá siendo siempre en la vida y en la fe de la
Iglesia. De modo particular, con este título los cristianos quieren afirmar
que nadie puede referirse al origen de Jesús, sin reconocer el papel de la
mujer que lo engendró en el Espíritu según la naturaleza humana. Su función
materna afecta también al nacimiento y al desarrollo de la Iglesia. Los
fieles, recordando el lugar que ocupa María en la vida de Jesús, descubren
todos los días su presencia eficaz también en su propio itinerario
espiritual.


SS. Juan Pablo II
Catequesis del 13 de septiembre de 1995

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