Al instante vi al lado de los niños a una Señora de aspecto majestuoso, llevaba un manto resplandeciente como el sol. Se acercó a mí, me hizo señal de que avanzara y me tomó de la mano con bondad: "¡Mira!", me dijo
Entonces me percaté que los niños habían desaparecido, en su lugar vi ahora una multitud de cabritos, perros, gatos, osos, y otros animales. "Ese es tu dominio. Con ellos vas a tener que trabajar. Sé humilde, valiente y fuerte: y lo mismo que ocurre con estos animales tú lo harás por mis hijos." En ese momento volví les ojos y en lugar de los animales salvajes apareció una cantidad de mansos corderos saltando, corriendo, balando alrededor de ese Hombre y de esa Mujer como si les quisieran rendir un homenaje.
Siempre en mi sueño, me puse a llorar y le rogaba a la Señora que me explicara de manera más clara, pues yo no comprendía todo lo que eso significaba. Ella me puso la mano sobre la cabeza y me dijo:"Lo comprenderás todo en su justo momento." Apenas hubo dicho esto, un ruido me despertó. Todo había desaparecido. Yo estaba estupefacto. Tenia la impresión de que las manos me dolían por los puñetazos que había distribuido y que el rostro me ardía de las bofetadas que me habían dado aquellos pilluelos.
Don Bosco
Recuerdos Autobiográficos
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