Una mano disparó, otra desvió la bala (II)

Doscientos polacos trajeron de Polonia una imagen de N. S. de Chestokova y
la colocaron en el suelo frente a la silla del Papa, mientras oraban con
mucho fervor.
La operación duró cinco horas y veinte minutos. El estado del herido era
considerado como muy grave. La tensión la tenía bajísima. Monseñor Dziwisz
le dio la extremaunción. "Al principio todo era angustia; pero la esperanza
volvió gradualmente durante la operación. Luego, se supo que ningún órgano
vital había sido tocado y que tenía posibilidades de salir con vida". Había
perdido tres cuartos de su sangre y la transfusión sanguínea vino a
transmitirle un virus. Pasó mucho tiempo en reanimación, pero cinco días
después del atentado, aludiendo a un proverbio polaco, declaró: "Una mano
disparó, otra desvió la bala".

Él le había pedido al obispo de Fátima, entonces en Roma, que viniera a su
lecho de enfermo a hablarle del mensaje de la Virgen y después del Ángelus
del domingo siguiente. En un mensaje grabado en su habitación del hospital,
el Santo Padre le confiaba al Corazón Inmaculado de María toda la humanidad.
Un año más tarde, el 13 de mayo de 1982 rindió gracias a la Virgen de Fátima
y una de las balas sería incrustada en la corona de la Virgen. El 25 de
marzo de 1984 junto con los obispos del mundo entero celebra la consagración
al Corazón Inmaculado de María solicitado por la Virgen y Rusia sería
liberada del comunismo poco después, sin derramamiento de sangre.

El 13 de mayo del 2000, en Fátima, durante la beatificación de los dos
pastorcitos, Jacinta y Francisco, revela el contenido de la última parte del
mensaje de Fátima que hablaba de los sufrimientos de la Iglesia y del
"obispo vestido de blanco", herido de "dos disparos de arma de fuego",
señalando que veía en ese mensaje el anuncio del atentado del 13 mayo de
1981. Siempre frente a la estatua de Fátima, el 8 de octubre del 2000,
durante el Jubileo de los obispos, el Papa pronuncia en la Plaza de San
Pedro el Acto solemne de confianza con el que ponía el III milenio bajo la
protección de la Virgen.


Testimonio de Monseñor Stanislas Dziwisz,
Citado por André Frossard en "No temáis . Diálogo con Juan-Paul II"
(Robert Laffont, París, 1982) - p.333 à 345.

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